Abro los ojos,
El cubo es blanco. Y hay una lámpara blanca, horizontal y plana en el techo. Con una bombilla, de esas de las tiendas modernas, de luz fría..
No hay ventanas, ni puertas, ni cuadros, ni espejos ni nada. Solo paredes.
Me miro y me veo. Y veo mi ropa blanca, camisa y pantalón como ibicenca, descalzo.
Estoy de pié en el centro y empiezo a ver que hay a mi alrededor. Miro hacia arriba, abajo y a los lados. No hay nada. Giro sobre mi mismo y me da la sensación que el cubo también gira en el sentido contrario a mí. Me detengo y se detiene.
Me doy cuenta de que no todo es totalmente blanco. La luz, que no está exáctamente en el centro proporciona mas intensidad a unas zonas que a otras aplicando una fría escala de hielos y nácares a las paredes.
Ya no hay mas que hacer, la observación ha terminado. Así que empiezo a pensar. Sin querer y casi por defecto, aplico un fondo gaseoso blanco a mis recuerdos, como si una gasa del vestido de una novia envolviese la cámara antigua de mis vivencias.
Voy ubicando las etapas de mi vida en zonas. Construyo estanterías y habitáculos de sombras. Las de mi juventud en un sitio retirado, las de mis hijos en una zona gris clara con mucha luz, las gratas en una discreta esquina, con tres tonos de inquietante palidez ; y las ingratas, en el aire, flotando, densificando la luz, espesando el contraste del eco que producen las risas de los juegos de los niños de mi infancia.
Lentamente. el cubo empieza a girar y yo lo hago también en sentido contrario. Se que el cubo con el giro se va a hacer redondo, y después cónico, como un embudo. Y quiero resistirme, aunque sepa que no podré hacer nada. Se qué desembocará en una profunda espiral que irá adentrándose en el subsuelo de lo que haya en el exterior.
La luz se atenúa con el movimiento y el giro cada vez es mas rápido. Ahora los recuerdos está en fotos, estampados contra la pared, fotos animadas , pequeños vídeos que relatan trocitos de mi vida. Es una situación placentera ver cosas que había olvidado, mis padres, mis hijos... no me da tiempo a mirar a todo, están por todos lados. Lejos de inquietarme estiro el brazo para tocar la lámpara, esto me demostrará que estoy vivo, de que tengo que hacer algo, pero no llego. Así que me quedaré con la incertidumbre para siempre. Me quedaré viendo imágenes sin cesar...
Jose Baruco.
El buen arte de la observación
ResponderEliminarGracias José por compartir tus mas sinceros pensamientos.
Conxita h.
Gracias Conxita. Muy agradecidas tus palabras
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